En un campo muy extenso, uno de sus dueños apacentaba como todos los días al lado de sus trabajadores, una parte de su bueyes alegremente. Pasaron las horas de un día caluroso y terminada su jornada, al contar sus animales vio que le faltaba un ternero, volvió a contar una y otra vez y muy asustado llamo a toda su gente y empezaron la búsqueda hasta altas horas de la noche sin lograr encontrar al animal.
Cansado y agotado reunió a su familia y trabajadores, y postrados rogaron a Zeus que si le concedía su deseo de encontrarlo, sacrificaría con mucho gusto un cabrito en gratitud a el. pasaron las horas y mientras entraba al bosque para seguir buscando, vio que algo se movía entre los arbustos y . . . vio que un león se estaba comiendo al ternero.
Desesperado en ese instante, solo tuvo tiempo para caer de rodillas y con lágrimas en los ojos, levanto los brazos clamó a Zeus diciendo:
-Zeus a ti me postre y prometí una ofrenda si encontraba al ladrón de mi ternero, ahora sabes que lo he hallado. Pero ahora me encuentro en serios problemas, como ves estoy frente al león y tengo mucho temor, por eso ahora te suplico, si tu me libras de la muerte ante este león hambriento, te ofrezco un toro, el mejor de mi establo. Solo sálvame ahora por favor, porque yo cumpliré, sabes que nunca te he fallado. No lo hagas tu ahora, porque en ti confío mi vida y lo sabes.
Si encuentras la solución a tus problemas, considera que ellas no se conviertan tal vez, en un problema mas.
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