Un campesino paseaba a su rebaño por los campos tranquilamente, pero de pronto apareció nuevamente un lobo al lado de las ovejas y no era la primera vez que lo hacía, siempre hacía lo mismo aparentando gran inocencia, así que el pastor decidió dejarlo y observarlo durante un tiempo. Pasaron así los días y el lobo tenía la mismo actitud cada vez, se acercaba y caminaba al lado del rebaño, haciéndole creer al pastor una vez más que era su aliado mostrándose muy amigable, ya que por varios días nunca se vio que robara o hiciera algo indebido contra las ovejas. Una mañana el pastor tuvo una gran necesidad de ir al pueblo a hacer sus compras habituales y con la confianza que ya tenía en el lobo, dejo por primera vez a sus ovejas a su cuidado.
El lobo al ver su gran oportunidad, hizo lo que quiso con las pobres ovejas y las devoro a todas, ya que tuvo tiempo suficiente para hacer sus fechorías, a las que siempre estuvo acostumbrado. Al regresar, el pastor de ovejas se dio con tan ingrata sorpresa, que casi se desmaya de la impresión, diciendo a gritos lo siguiente:
-¡Me merezco esto y mucho más!, ¿pero que me paso, como se me ocurrió confiar mis ovejas a un lobo, si todos lo que siempre hacemos es cuidar nuestro rebaño y demás animales de ellos? lamentándose una y otra vez, siendo demasiado tarde.
Nunca se confía lo mas valioso que uno tiene, a nadie que ya conozcas su naturaleza codiciosa, aunque aparente inocencia.
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