Historias de la Biblia para Niños

Eliseo y la viuda

En nuestra historia sobre Eliseo y el leproso, conocimos a un hombre muy devoto de Dios y con gran talento para hacer milagros. Eliseo no solo tenía una profunda fe, también le gustaba ayudar a los demás. Siempre que iba viajando de ciudad en ciudad, se detenía para ver que necesitaban los pobres, los ancianos y las personas que no podían valerse por sí mismas.

Un día llegó hasta una ciudad llamada Betel, en donde conoció a una viuda que era sumamente pobre. La mujer estaba muy preocupada, pues debía mucho dinero a su acreedor y no sabía como le iba a pagar. En venganza, este hombre estaba a punto de llevarse a sus dos hijos como esclavos y a ella se le partía el corazón. Cuando Eliseo escuchó su historia, supo al instante lo que debía hacer para salvarlos.

—No te preocupes, Dios nos ayudará a liberarlos —le aseguró—. Ve a casa de tus vecinos y pídeles prestadas todas las vasijas que tengan, no importa el tamaño. Pero tienen que estar vacías.

—¿Para qué quieres tantas vasijas? —le preguntó ella.

—Tú haz lo que te digo y vuelve pronto, que en nombre de Dios, voy a hacer algo maravilloso para ti.

La viuda fue y recolectó tantas vasijas como pudo. Ella, en su casa, solo tenía una vasija más pequeña con aceite. Pero Eliseo también se la pidió.

—¿Tienes confianza en Dios? —le preguntó él.

—Sí, por supuesto que confío en él.

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—Entonces presta atención, porque de esta vasija pequeña voy a sacar suficiente aceite para llenar todas las demás.

La mujer se preguntó como algo así sería posible, pero prefirió callar sus dudas y esperar a Eliseo. Él tomó entonces el recipiente y lentamente, comenzó a vaciar el aceite en la primera vasija, la cual se llenó hasta los bordes. Luego hizo lo mismo con la siguiente y así hasta que todas las vasijas estuvieron llenas. La pobre viuda no podía dar crédito a lo que sus ojos miraban.

—¡Esto es realmente un milagro! —exclamó.

—Ya ves que Dios no abandona a quienes realmente tienen confianza en él —le dijo Eliseo—, ahora vete al mercado. Vas a vender todo el aceite que se encuentra en estas vasijas. Con lo que ganes por esa venta, tendrás suficiente dinero para pagar tus deudas.

La viuda le hizo caso y partió inmediatamente hacia el mercado, cargada con la mercancía. Una vez allí, la gente comenzó a llegar para comprarle el aceite, que se agotó en cuestión de momentos. Todos estaban muy satisfechos con lo suave y aromático que era el líquido. No bien tener las monedas de oro en sus manos, se fue a ver a su acreedor y este le perdonó las deudas, por lo cual pudo regresar con sus hijos a casa.

Todos estaban sumamente contentos con Eliseo. Pero lo más importante que aprendieron aquel día, fue que nunca se debía perder la fe, pues la única manera de resolver los problemas eran confiando en que Dios les mostraría el camino correcto.

Eliseo y la viuda 1

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