Un hombre que al nacer, aprendió y creció en las calles viendo desde que era pequeño a su padres dedicarse por muchos años a adivinarle la suerte a los demás, se había instalado en una plaza central para trabajar. Pasaron algunas horas de ardua labor y unos amigos se acercaron para decirle que su casa se estaba quemando.
Despavorido el adivino, lo dejo todo y emprendió una carrera empujando al que se cruzaba en su camino por lo asustado que se encontraba. Agitado y nervioso llegando al lugar se dio con la amarga sorpresa que todo lo había perdido. Un vecino que lo observaba se acerco y le dijo:
-Tengo una cosa que no entiendo a ver si me explica por favor amigo, usted que lleva años adivinándole la suerte y el futuro a tanta gente, diciéndoles como resolver sus vidas y cobrándoles por ello, asegurando que nunca se equivoca ¿cómo es posible que no haya podido adivinar y evitar lo que acaba de suceder? ahora ¡que le pasó!
Algunas personas pretenden decirle a los demás como resolver sus problemas cuando ni siquiera pueden resolver los suyos.
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