Una embarcación durante el trayecto, fue sorprendida de repente por una fuerte tormenta, lamentablemente a causa de ello se hundió el barco salvándose un solo hombre quien pudo nadar acercándose a una pequeña isla muy cercana. Allí descanso y luego de buscar, se alimento el hombre de bananas y otras frutas con las cuales pudo sobrevivir. Le daba gracias a Dios por los alimentos y luego se animo a hacer una pequeña cabaña, para protegerse de los vientos, el frío extremo y el ardiente sol.
Al terminar de construir quedo muy sorprendido de la obra de sus manos, era evidente que un ser superior lo ayudo a inspirarse en hacer la cabaña, estaba muy bien hecha. Se arrodillo y agradeció a Dios una vez mas por su ayuda. No contento solo con eso, salio a caminar y a mirar a lo lejos del mar a ver si veía un barco o a alguien cerca, pero algo llamo poderosamente su atención, un fuerte humo negro que venía de la cabaña lo hizo correr para ver que sucedió.
Con los ojos lleno de lagrimas vio consumido todo en un abrir y cerrar de ojos. Lo había perdido todo, no quedaba nada, cayo al suelo sin consuelo sin poder calmar su angustia ahogándose en un llanto muy triste, muy desconsolado, al cabo de unos minutos, de pronto sintió una mano en el hombro que le dijo:
-«Se acabo, ya cálmate, no llores más. Hemos venido por ti a salvarte».
El naufrago levanto sus ojos, se puso de pie y camino hacia el barco que lo llevaría de vuelta a casa. Cuando se repuso y salio del estado en que fue hallado, hablo y pregunto:
-Ahora si me pueden decir ¿como es que me encontraron?
-Ah, bueno. Lo que pasa es que usted fue muy astuto, porque eso de quemar una cabaña fue lo mejor que pudo haber hecho, hizo tanto humo que era inevitable no poder llamar nuestra atención. Al darnos cuenta supimos que había alguien por este lado, usted estaba llorando a gritos y por eso tal vez no pudo vernos cerca a usted.
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