Hace miles de años vivía en el palacio de New Grange, en Irlanda, un príncipe llamado Angus Og, que noche tras noche tenía el mismo sueño: una doncella bellísima bailaba alrededor de un lago. Enamorado de ella, Angus se entristecía cada vez más por no poder encontrarla, pues no parecía existir en todo su reino una muchacha tan pura como aquella.
Muy preocupados por si situación, sus padres, los reyes Dagda y Boanna, consultaron con un viejo druida llamado Bov el Rojo, el cual era rey de Munster y muy sabio en las ciencias secretas.
A lo largo de doce meses, Bov se dedicó a analizar al príncipe, hasta que descubrió el lugar donde se encontraba la joven a la que veía en sus sueños. Se trataba de un lago llamado Boca de Dragón. El rey se ofreció a acompañar al muchacho en su viaje para conocer la laguna y ambos partieron enseguida.
Cuando llegaron vieron que la noche había caído y que había quinientas jovencitas paseando en parejas alrededor del agua, todas unidas entre sí por delicadas cadenas de oro. Y entre ellas se hallaba la chica a la que amaba Angus, una princesa llamada Caer. Ella era hija de Ethal Anubal, príncipe del reino de Connacht. Y no podía desprenderse de las cadenas que la sujetaban.
Al darse cuenta de esto, Angus se presentó ante los reyes de Connacht, Ailell y Maev, suplicándoles que le entregaran a la princesa. Ellos lo vieron tan afligido de amor, que ordenaron de inmediato la liberación de la muchacha.
Pero el rebelde príncipe Ethal entró en cólera al enterarse y no lo permitió.
Intrigados por su reacción, Ailell y Maev mandaron a sus tropas a rodear el palacio del príncipe, obligándolo a confesar porque no quería liberar a su hija. Entonces, él les reveló un terrible secreto: la princesa Caer estaba hechizada, de tal manera que durante un año tenía forma de mujer y al siguiente, forma de cisne. Así sucesivamente hasta que el cambio se producía cada 1 de noviembre.
Ella nunca podría estar con Angus debido a su maldición.
Muy entristecido por la noticia, Angus se dirigió una vez más al lago y se arrodilló frente a ella, lamentando su suerte.
—Que triste es el destino, yo que creía que mi lugar estaba a tu lado —le dijo—. Vine hasta aquí porque te veía en sueños y me enamoré de ti, aun sin conocerte. Pero creo que el azar ha sido cruel conmigo, nunca podré estar a tu lado.
Conmovida por sus palabras, Caer lo abrazó y en ese instante, una luz blanquísima los rodeó transformándolos a ambos en cisnes. El hechizo se había roto y ahora los dos serían libres para vivir su amor, de la forma más pura que existía.
Angus y Caer se alejaron volando hacia el sitio mas recóndito del lado, donde se dice que vivieron muchos años bajo su forma animal, profesándose el más inmenso cariño.
Desde entonces, Boca de Dragón fue un sitio sagrado para los amantes.
Muy bonito. Los sueños, ese mundo misterioso a veces mucho más real que esta pesadilla material destructiva del «ser humano». Gracias por tu «CUENTO»