En uno de esos días agitados de un ciervo, acosado y perseguido constantemente por una jauría de animales con el fin de atacarlo, espantado y lleno de temor, el buey pudo protegerse de ellos en una granja para bueyes, la primera que encontró. Una vez en el lugar se dio cuenta que un buey se acercaba para decirle con amabilidad:
-¿Acaso no te diste cuenta que acabas de entrar a la granja de tus enemigos?, siento lástima por ti, creo que te equivocaste y no ves aun lo que te puede pasar.
-No es eso, es que no tuve tiempo para nada, solo necesito que por favor me des tiempo, tengo que esconderme y luego veré como escapar.
Antes que anochezca, se adelanto el administrador de la granja, paso revista al lugar y no observo nada extraño.
El ciervo, considerando su buena suerte y contento de que ni el administrador y sus empleados vieron su escondite bajo un cobertor, empezó a dar gracias a los bueyes por apoyarlo. Pero uno de ellos le dijo:
-Aún no cantes victoria, pues el que realmente te puede hacer daño aun falta. Vendrá pronto y se da cuenta de todo, no se le pasa nada, es por eso que todavía estas en peligro, no bajes la guardia y debes estar muy atento hasta mas tarde. Pero antes que se dieran cuenta el dueño ingreso molesto y se quejo al ver que faltaba paja y había desorden.
Al revisar todo el dueño vio por un costado que el ciervo estaba escondido. Inmediatamente ordeno a los empleados que lo llevaran para sacrificarlo ante la triste mirada de los bueyes, quienes ya estaban encariñándose con el ciervo.
Se prudente y no confíes en lugares de peligro.
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