En cierta oportunidad un labrador que paseaba alegremente, se dio cuenta que una hermosa águila había caído en una trampa. Observándola y sintiendo profunda lástima por ella y a la vez gran admiración, se compadeció el labrador y se acerco a liberarla. Una vez que ella alzo vuelo, no se alejo del todo observando a quien la libero en actitud de agradecimiento.
El águila en pleno vuelo de pronto se dio cuenta que quien la liberó se había sentado en un muro de tal modo, que no se había dado cuenta que pronto podía caer, pues el muro donde se hallaba era inestable y estaba a punto de colapsar, en eso desciende el águila y le quita al labrador la cinta que llevaba puesta en la cabeza, logrando así que este baje del lugar y así persiga al águila por su cinta, salvándose de una muerte segura sin saberlo. A unos metros el águila soltó la cinta para que su dueño la recoja y se fue sin quitarle la mirado a su salvador.
El hombre se puso nuevamente la cinta y regreso camino al lugar donde estuvo, al llegar vio con gran sorpresa que el muro había caído al piso quedando muy sorprendido, pues meditaba en lo que le habría sucedido sino hubiera corrido por su cinta detrás del águila. Luego comprendió que el águila lo que estaba haciendo, era agradecerle salvándole de una muerte casi segura con este gesto, el haber sido rescatado de la trampa y haberlo liberado a tiempo, un hecho que ninguno iba a olvidar.
Debemos ser siempre agradecidos y devolver los favores.
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