Autor: Esopo
Había una vez un león que estaba descansando sobre un pasto muy verde y con un viento muy agradable, bajo la sombra de una palmera. Era como un sueño para él. De pronto este sueño se vio interrumpido por un pequeño ratón que corría y corría sobre el león porque estaba practicando para una maratón que iba a ver dentro de una semana.
Entonces el león abrió un ojo para ver qué pasaba y vio al pobre ratón que se lo imaginaba aderezado con finas hierbas que conseguiría en menos de 15 minutos. Se le hacía agua el hocico. Entonces con un zarpazo agarró la cola del pequeño que intentaba zafarse pero no podía por más que intentaba.
-Así que no me respetas pequeño roedor. No te han enseñado en tu casa que soy el rey de la jungla. Quizás deba buscar al profesor de tu colegio para que aprenda lo que debe enseñarle a los ratones. O quizás deba comérmelo como lo haré contigo.
Lo tenía cogido de la cola mientras se lo llevaba a su gran hocico. El ratón lo único que podía hacer era suplicar y suplicar:
-¡Por favor señor león! ¡Me voy a portar bien!
-¿Señor león?
-Quise decir «Rey de la Jungla». Quizás necesites de mí en alguna ocasión. Te prometo que nunca olvidaré este favor. Amo y Señor de los páramos. Perdóname la vida y te juro que….
-Ya, ya. Está bien. De todas formas eres muy pequeño como para saciar mi gran hambre. Creo que es hora de que vaya a buscar una de esas cebras que tanto me gustan arrebozadas con unas buenas papas. Adiós. Pórtate bien.
-Sí señor león. Qui..quise decir, «Rey de la Jungla». Si necesita algo, estaré ahí para servirle.
El león no le creía nada. Simplemente lo dejó ir porque efectivamente, no iba a calmar su hambre. No le importaba si vivía o no el ratón.
El león se dirigía al valle de las cebras, mientras una camioneta de cazadores lo seguía a él que por pensar en su inminente banquete, no se percataba de nada. Pero de pronto……¡zás! El león tenía una red encima. Intentaba zafarse. Saltaba, intentaba correr, arañaba la red, rugía para infundir miedo. Pero no podía hacer nada. Los cazadores se reían. Se sentía como el ratón.
De pronto sintió algo en su cabeza. ¡La red se estaba abriendo!
-Esta red no tenía buen sabor señor león. Quise decir «Rey de la Jungla», Amo y Señor de …….
-Vaya, qué sorpresa tan grande. ¿Pero podemos conversar luego? Tengo que escapar y mejor tú también porque estos cazadores no tienen tener caras de perdonar ratones. Agárrate bien que vas a apreciar la velocidad del señor león. Quise decir …. «Rey de la Jungla»
Entonces emprendieron la huída sin que los cazadores pudieran alcanzarlos con sus armas.
Autor: Esopo
Nunca subestimes a nadie por su tamaño o por cualquier otra cosa.
Sé amable con todos.
Pequeños actos de amabilidad pueden regresar a nosotros de forma más grande.
Tan bueno me encanta
Excelente moraleja
Lindo cuento me encanto