La familia de Pablo, estaba formada por personas de muchas tradiciones. Lo que más les gustaba, era repetir muchas frases para dar lecciones o enseñanzas. En algunas reuniones familiares oíamos que uno el papá de Pablo le decía a su hijo » Pablo, si sueñas, hazlo despierto y con los pies sobre la tierra para que los hagas realidad»y todos nos mirábamos sin entender. O escuchábamos a su mamá que nos decía: «El que la sigue, la consigue», cuando trataba de motivarnos para terminar una tarea del colegio que teníamos que hacer y que no entendíamos… y también todos nos mirábamos como diciendo: «¿De qué hablará?, ¿será una broma?».
Pero la frase que más nos gustaba a Pablo y a mí era: «Ahora dime que los chanchos vuelan», cuando decíamos algo que a su mamá le sonaba a mentira. Yo recuerdo que otras personas a veces decían lo mismo y mis amigos y yo nos preguntábamos donde habría cerdos que volaran, hasta que recordé que mi abuela un día quiso cocinar un cerdito que ella criaba. El cerdito saltó del segundo piso en su intento desesperado por escapar al darse cuenta de las malas intenciones de la abuela. Supongo que a nadie le gusta la idea de terminar cocinado en una olla, pensé en ese momento. Yo me quedé con la idea de que el cerdito voló literalmente por los aires hasta caer en su charco favorito. Con los años, íbamos creciendo y poco a poco íbamos entendiendo las frases que escuchábamos de niños sin entender. Nos dimos cuenta que a veces es muy interesante expresar con metáforas lo que queremos enseñar o aprender en la vida pero que si lo hacemos con los niños, sería mejor no olvidar decirles el significado para que estas puedan ser entendidas sin confundirlos, si no ¿de qué valdría decírselas?
esta bonito
creo que es un bonito cuento
es muy vonito