Escuela de Padres

¿Es bueno que mis hijos me vean llorar? – Aprende sobre Empatía Infantil

Como padres, es comprensible que nos preocupemos por transmitir a nuestros hijos una imagen de seguridad y confianza, que no siempre corresponde a nuestro verdadero sentir. Y es que hay que admitir que de vez en cuando, podemos enfrentarnos con situaciones y obstáculos que tienden a sobrepasar nuestra fuerza y paciencia.

En dichas circunstancias es muy común reprimir nuestros sentimientos frente a los niños, solamente para no preocuparlos o no derrumbar esa imagen de seres invencibles que se han hecho de nosotros.

Sin embargo, ¿les estamos realmente haciendo un favor al ocultar nuestros verdaderos sentimientos? La respuesta podría sorprenderte.

La empatía entre padres e hijos

Expertos coinciden en que un aspecto saludable en cualquier familia, es enseñar a los más pequeños que llorar no es un signo de debilidad, sino todo lo contrario. Este mecanismo natural del cuerpo es esencial para ayudarnos a liberar reacciones como el estrés o la tristeza, que al ser reprimidos podrían incidir en mayores problemas de salud o emocionales.

Llorar delante de tus hijos no va a destruirles la opinión que se han formado de ti, sino que les demostrará que al igual que todos, eres un ser humano que a veces tiene que lidiar con situaciones desagradables y descargar su sensibilidad.

El no permitir mostrar tus verdaderos sentimientos hacia los niños, lejos de protegerlos, es transmitirles una confianza nula hacia su capacidad de empatizar y conectar contigo.

Ellos saben cuando hay algo mal con sus padres, sobre todo al crecer, y el no hablarles de esto con claridad les acarreará problemas de frustración y baja autoestima que pueden agravarse durante la adolescencia.

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Familias que no lloran = Niños reprimidos

Otro aspecto común en los padres que evitan llorar frente a sus hijos, es el aferrarse a la ilusión de que siempre tienen que ser felices, por lo cual procuran minimizar toda situación que les pudiera afectar; incluso si eso implica evitar que lloren.

Distraer a los más pequeños con juegos o palabras como «todo está bien, no llores» ante un llanto inminente, suelen ser escenas que se repiten con demasiada frecuencia.

Llorar es una de las primeras formas de expresión que tienen las criaturas con su entorno, por lo cual no deberían tener límites al respecto. Es preferible que tu hijo llore, se enoja o haga una pataleta en determinado momento, a que tenga que reprimir sus sentimientos solamente para evadir el escándalo o el hecho de que no debas preocuparte.

Piensa que las emociones que se liberan, marcan un camino saludable para resolver los problemas que nos aquejan por medio de una solución constructiva.

Si te inquieta que tu angustia afecte a tus niños, recuerda que siempre puedes explicarles la situación, de manera que se den cuenta que nada puede ser tan grave: «Mami está triste por el momento, porque no esperaba encontrarse con este problema. Por eso es que necesita desahogarse. Pero tranquilo, que todo tiene solución».

No tardarás en darte cuenta de que el consuelo de un hijo es mucho más valioso que su ignorancia.

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