Había una mujer joven que acababa de comenzar un nuevo trabajo en un gran edificio de oficinas. Estaba caminando al trabajo un día cuando un coche fúnebre largo y negro llegó lentamente al lado de ella, igualando su ritmo. Esto la puso nerviosa.
Por el rabillo del ojo, vio como el conductor se asomaba por la ventana y la llamaba con voz grave y estruendosa:
—¿Necesita un aventón?
Ella se volvió para mirarlo y se sorprendió. La cara del sujeto estaba increíblemente horrible y deformada. Su piel era pálida y uno de sus ojos era notablemente más alto que el otro. El hombre señaló la parte trasera del vehículo, que contenía un ataúd.
—Espacio para uno más —le dijo.
Asustada por su extraña apariencia y su sugerencia inoportuna, ella rechazó su oferta. Profundamente perturbada, corrió calle abajo hasta que llegó al edificio donde trabajaba. Durante el resto del día, no pudo dejar de pensar en el hombre extraño del coche fúnebre, y se alegró cuando su jornada finalmente terminó.
La mujer trabajaba en el noveno piso y cuando llegó el ascensor, este se encontraba casi completamente lleno. Ella dudó un momento antes de acercarse.
—¿Estás segura de lo que haces? ¿Realmente quieres entrar? —preguntó una voz familiar y escalofriante—. Hay espacio para uno más.
La mujer alzó la vista y jadeó. Era el conductor del coche fúnebre de esa mañana, mirándola con su mirada desproporcionada y horrible. Asustada, la joven retrocedió tartamudeando.
—¡Creo que subiré las escaleras!
El conductor del coche fúnebre la miró fijamente mientras las puertas se deslizaban, cerrando el ascensor.
Tan solo había bajado unos escalones cuando escuchó un coro de gritos, seguidos de un estruendo ensordecedor. Corrió escaleras abajo y descubrió que el el cable del ascensor se había roto. Todos los pasajeros a bordo habían perdida la vida en una caída espeluznante.
No había ni rastro del conductor fúnebre.
Meputo el cuento es perro que suban mas co