Unas mulas llevaban cargas muy pesadas cada día, tanto así que parecía que caerían en cualquier momento antes de llagar a su destino. No obstante a pesar del esfuerzo, lograban recuperarse como siempre continuando su marcha. Una de ellas llevaba en el saco granos y la otra sacos de dinero.
La mula que llevaba los granos caminaba muy tranquila como siempre sin hacer ruido, pero la que llevaba el dinero, caminaba con cierta soberbia y entusiasmo como si el dinero fuera suyo o como si supiera que lo llevaba, hacía mucho ruido con los cascabeles que llevaba alrededor del cuello, como llamando la atención de todos mientras caminaba, y así fue.
Mientras transcurrían las horas tenían que pasar por un camino estrecho y muy extraño, a pocos minutos de llegar a su destino, no se dieron cuenta que por tanto ruido que hizo la mula llamo la atención de unos ladrones que los siguieron. De pronto en el momento preciso, los delincuentes saltaron sobre ellos para robarles, esos hombres tenían caras de ser muy malas personas. En el forcejeo y discusión, estos hombres sacaron un arma y lastimaron a la mula que llevaba los sacos de dinero, es allí cuando se llevaron todos los sacos ignorando por completo las cargas de granos. Parece que ellos sabían el contenido de los sacos.
La mula lastimada lamentaba su suerte y lo mal herida que se encontraba, la otra irónicamente decía:
-Felizmente a mí no me han herido y tampoco se llevaron mi carga, prefiero en ese caso que me hayan ignorado, porque lo cierto es que nada perdí.
La ostentación exagerada de la riqueza sólo puede traernos pérdidas y lamentos.
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