En una oportunidad una perra que fue preñada vagaba por las calles sin tener un lugar fijo donde descansar. Por su volumen ya se sabía que tendría varios cachorros, pues la panza crecía muy pronto y estaba grande. Ella no teniendo lugar donde vivir, buscaba y buscaba un lugar donde quedarse un tiempo porque ya no podía más, estaba muy pesada, agotada y cada día que pasaba sentía que iba a desfallecer.
Caminando, la perra encontró a un pastor de ovejas que trabajaba fuera de su casa y se acerco a preguntar si le permitiría quedarse allí, en un rincón de la casa, solo un tiempo hasta tener a sus crías, después de oírla atentamente, compadecido de ella y sus cachorros, el pastor acepto que se quedara, acomodándola en un rincón muy cálido.
Pronto nacieron los perritos y la madre una vez más, viendo que aun no era tiempo de partir, rogó una vez más por quedarse un corto tiempo para así alimentar y criarlos en el mismo lugar, a lo que accedió nuevamente el pastor de buen corazón. Paso poco tiempo y los perros se hicieron muy grandes, fuertes y listos, eran capaces de defenderse por sí solos y cuidar de su madre, quien esta vez no solicito continuar en el lugar, sino, que arbitrariamente tomo posesión del lugar de manera exclusiva aunque no le correspondía, quedándose allí sin permitirle al pastor tomar posesión del lugar que era suyo.
Antes de conceder un beneficio a alguien, deberás definir y muy claro los límites de la concesión.
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