Habían dos ranas que eran amigas desde hacía mucho tiempo, una de ellas era muy feliz en un pantano muy profundo y apartado. Las amigas vivían lejos una de la otra, ambas vivían muy felices, solo que la segunda, vivía en un charco muy cerca de la pista donde pasaban unos camiones y no se daba cuenta de los peligros que ella corría.
La primera rana, la del pantano, hablaba con su amiga y le contaba de los privilegios que tenía en la zona donde estaba por eso le pedía que se fuera a vivir con ella, le contaba lo segura que estaba allí y le decía que era ella quien corría muchos peligros por la inseguridad del lugar donde tan acostumbrada se encontraba. Pero la rana estaba estaba cegada y decidida a quedarse, le era muy difícil separarse del lugar donde vivía tanto tiempo y feliz según ella, ya que recordaba su vida junto a su familia y ahora que estaba sola le quedaban los recuerdos y el cariño a ese lugar.
Después de vanos intentos, se despidieron las amigas y quedaron en verse pronto, continuando con su rutina. Pero después de algunos días, por el charco inseguro pasaban unos camiones uno tras otro sin cesar, la rana esquivo mas de una vez los riesgos de la zona pero ese día acababa de saltar distraída como siempre y de pronto . . . lo hizo cuando un camión pasaba y lamentablemente la aplasto.
La amiga al enterarse de la infeliz noticia, lloraba la muerte de su querida amiga, desconsolada y muy enojada consigo misma lamentaba lo sucedido con la pobre rana. Reflexionaba y pensaba en el daño que uno mismo puede hacerse solo por aferrarse a sus costumbres y emociones, dejando a un lado la razón ante la realidad.
Nunca desprecies la oportunidad de mejorar tu situación si puedes hacerlo.
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