Hace mucho tiempo, los árboles de un bosque anhelaban tener un rey que los representara, pero no sabiendo a quien escoger se acercaron a un árbol de olivo que les pareció muy agradable y le dijeron:
-Necesitamos tener un rey, ¿te gustaría ser el nuestro, por favor nos honrarías con tal privilegio?
-Y ¿como crees que renunciare a brindar el aceite tan preciado y exquisito que puedo darle al mundo entero, tan solo por estar entre los árboles? nooooo, no y no, yo soy un árbol muy especial, dejen de insistir por favor porque no lo haré.
Al día siguiente, avergonzados por el rechazo, los arboles le preguntaron a una higuera con cierta duda:
-Te gustaría gobernar nuestro bosque? anda di que sí por favor y no nos rechaces, tu eres muy dulce y te queremos entre nosotros para honrarte.
-Cómo se les ocurre que dejaría de brindarle a todos tanta dulzura que tengo en mí! como bien dices, tengo que darle al mundo mi dulzura y para eso debo ser libre y conservar mi lugar. No puedo, lo siento y espero que me entiendan. Será mejor que busquen a otro árbol.
Esa tarde estaban preocupados ante la duda, e intentaron una vez mas y hablaron con el espino, y nuevamente la pregunta de rigor:
-¿Quieres ser nuestro rey? y el espino dijo:
-Si quieres que sea vuestro rey sera con una condición. Antes que nada, deberán postrarse todos ante mi, si no lo hacen, les juro que provocare tremendo incendio hasta que mueran todos los cedros, y no es una broma, hablo muy en serio.
Quien no tiene buenos frutos que dar a los demás, solo servirá para provocar sufrimiento por donde vaya.
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