Varios jóvenes transitaban por algún lugar del mundo, animadamente y conversando, riendo entre ellos como todos los jóvenes lo hacen, a lo mejor recordando experiencias de su adolescencia o algo que pasó ese día y que motivaba tanta alegría. Continuaban su camino hasta que llegaron a un estanque con cientos de ranas, parecía que saltaban de alegría por todos lados como si celebraran algo.
Algunos de los jóvenes hizo unos gestos como si viera algo muy desagradable, mientras sus demás amigos le decían: «Tranquilo que te pasa, solo son unas ranas», es que no me gustan son tan feas, respondió el joven empezando a recoger unas piedras que estaban en el suelo y llenando con ellas sus bolsillos, invitando a sus demás compañeros de paseo a que hagan lo mismo diciéndoles: «ahora verán lo que es diversión» como si fuera algo gracioso, se disponía a lanzarles piedras a las indefensas ranas, haciendo alarde de algo tan cruel, sorprendidos los demás chicos lo observaban sin decir nada.
El muchacho empezó a lanzar todas las piedras que podía y lo hacía con burla y gran furia porque las detestaba, a lo que sus amigos contagiados por la euforia del momento continuaron haciendo lo mismo hasta matar muchas de ellas mientras otras quedaban mal heridas. De pronto se oyó una voz que gritando desde lo profundo del estanque decía: » ¡Chicos, por favor no sigan, ya no, basta! nos están matando, ¿que les hicimos, porque nos hacen esto? ustedes se burlan de nosotras y nos hacen daño, se alegran de hacernos sufrir causándonos mucho dolor y muerte. A ustedes no les gustaría que les hagan esto, ¿verdad? Al oír esto, los jóvenes quedaron quietos y confundidos, tal vez reflexionando, solo que demasiado tarde.
Antes de buscar tu propia satisfacción, piensa antes que ello no signifique el sufrimiento de los demás.
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