En un parque zoológico, reunieron a todos los animales a la hora del almuerzo. A la hora de la siesta, un cocodrilo conversaba con una zorra sobre la alcurnia de sus ancestros, con lo que acostumbraba a hacer alarde cada vez que podía. La zorra, que ya sabía cual era su verdadera situación y lo que vendría, procuraba escuchar atentamente al cocodrilo tratando de no burlarse y menos delante de el. La verdad no podía evitarlo, ya que no era la única a quien le decía lo mismo.
El cocodrilo no se cansaba de contar a la zorra, que sus padres eran los dueños de una cadena internacional de gimnasios y que por eso sus hermanos y toda su familia eran cocodrilos muy fuertes y de una belleza bien dotada. ¡Seguro que sí! respondió la zorra con ironía, todos lo comentan y . . . . . . además es obvio, pues viéndote bien se te ve genial, seguro es por tanto gimnasio.
El cocodrilo no se daba cuenta que en realidad, la zorra solo estaba siguiéndole la corriente, para ver hasta donde llegaba presumiendo tanto. No pudo más el cocodrilo con su conciencia y avergonzado de sus mentiras confesó muy triste que no era cierto lo que decía y que tampoco tenía a sus padres y otras cosas más, y antes de que siga la zorra interrumpió: mmm . . .la verdad es que ya lo sabía respondió la zorra. No era necesario que para llamar la atención tuvieras que mentir tanto, ¿no crees?, nosotros en el zoológico te queremos como eres. ¿De verdad?, yo creí que porque estaba solo y no tengo nada . . tienes razón aceptó al fin el cocodrilo.
Por naturaleza ustedes los cocodrilos son muy fuertes y tu debes sentirte muy orgulloso de ello aunque no tengas gimnasios ni a tus padres contigo, recuerda que tu valor esta en como eres por dentro y no en tus posesiones.
No es necesario mentir cuando hay situaciones tan evidentes.
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