Era una noche demasiado oscura y Miguel se alumbraba desde su ventana con la luz de la luna. Miguel vivía en el campo con sus abuelos ya que sus padres se fueron a trabajar en la ciudad por un buen tiempo, dada su situación económica que por un tiempo venía siendo muy ajustada.
Este niño acostumbraba a ver películas de terror lo cual no agradaba ni a sus padres y menos al abuelo, quien cansado de trabajar a veces ni cuenta se daba de lo que el niño hacía. Esa noche Miguel no podía dormir porque se acordaba del hombre que se transformaba en lobo y aullaba. Al ver la luz de la luna justamente esa noche le era imposible dormir. Ya cansado cerro sus ojos y empezó a soñar que el se transformaba en lobo y que salía a atacar personas y otras cosas muy feas, producto de todo lo que vio en la televisión.
Gritaba y gritaba hasta que el abuelo preocupado despertó y fue a calmarlo hasta su habitación, una vez que supo lo sucedido le explico a su nieto que nada de lo que había visto era cierto, todo era pura fantasía y que si eso le causaba temor no verías más películas que le causaran tanta inquietud. El abuelo le contó a su nieto historias más agradables y para que duerma tranquilo le dijo:
-Miguelito, cuando te sientas triste, solo o preocupado, recuerda que tienes un pequeño ángel que camina a tu lado por donde tu vayas y que te sostiene y protege. El abuelo seguía contando sus bellas historias y cuando se dio cuenta, Miguel se encontraba profundamente dormido y con una sonrisa en sus labios. Fue una noche de mucha paz y mejor descanso a partir de ese momento.
Si el miedo te abruma, confía, nunca estarás solo.
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