Hace mucho tiempo, se dice que todos los animales de la isla de Australia vivían en continua guerra, porque no sabían como compartir. Siempre peleaban por la comida y el agua, se mordían entre ellos y no querían aprender a convivir. Pero un día, hartos de las constantes discusiones y problemas, decidieron ponerse todos de acuerdo para tratar de llevarse mejor.
Así decidieron organizar una gran reunión en la que estarían todos presentes, desde las hormiguitas diminutas hasta los canguros.
Era un intento por comprenderse entre todos y que la paz reinara entre ellos. Y funcionó.
Desde entonces, la isla se volvió más tranquila y feliz pues todas las criaturas que habitaban en ella trataban de ayudarse entre sí y se esforzaban por no pelear. Pero como ocurre a menudo, siempre había quienes no estaban dispuestos a cooperar.
El emú era la más caprichosa de las aves que vivía en Australia. Él no había asistido a la reunión con los demás animales y era tan egoísta que continuaba despreciándolos.
Aquel día caminaba altivamente por el sendero, cuando se topó con un pequeño koala.
—Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? —dijo el emú— Parece que todos los animales se han puesto de acuerdo para ser amigos, ¿no? ¿Sabes lo que eso me parece a mí? ¡Una reverenda tontería! Lo que necesita esta isla es a una especie que asuma el poder.
—¿Ah sí? —respondió el koala sin mucho interés.
—Por supuesto, ¿y quién mejor que los emús para ser reyes sobre los demás? Nosotros somos las aves más majestuosas que existen en el mundo. Mira lo grandes que somos, la inteligencia que tenemos y nuestra habilidad para cazar. Eso sin mencionar que también volamos, ¿Qué clase de animal podría opacarnos?
El koala quiso contestar pero antes de que le replicara, el vanidoso emú continuó hablando.
—¡Ni siquiera las águilas o los pavo reales pueden compararse con nosotros! Los emús deberíamos gobernar no solo sobre esta patética isla, sino también en el mundo entero. ¡Somos las mejores! ¡Las mejores! —y mientras hablaba, el cuerpo del emú se comenzó a inflar como un globo a causa del horrible sentimiento de vanidad que le inundó.
Se hinchó tanto que parecía un globo y al intentar caminar lo hacía de manera torpe y desbalanceada. Asustado por lo que le ocurría, el emú trató de volar y vio con terror que las alas no le respondían. No conseguía elevarse.
—¡Socorro, socorro! ¡¿Qué me pasa?! —gritó y se echó a correr con torpeza mientras daba alaridos.
Y el koala, atemorizado por el nuevo aspecto del ave, decidió trepar a un árbol de eucalipto, del cual nunca volvió a bajar por miedo a encontrarse con el emú.
Este nunca pudo recuperar su tamaño anterior, ni volvió a volar del nuevo. Es por eso que hoy en día estos pájaros son tan torpes al andar y no vuelan como tantos otros en el planeta. Y por esta razón también que los koalas rara vez bajan de los árboles. Se han acostumbrado a vivir en sus ramas.
Me gusto leerlo fue divertido
Para los niños esta genial