Había una vez un hermoso pavo real al que nada le gustaba más que bailar en un día lluvioso. Mientras estaba ocupado, admirando su colorido plumaje, su voz áspera le recordó sus propios defectos. Toda la alegría que sentía se desvaneció de un instante a otro. De pronto se encontraba llorando desconsoladamente. Entonces, escuchó un ruiseñor cantando cerca.
Al escuchar la dulce voz del pajarito, su propia deficiencia se hizo evidente una vez más. Comenzó a preguntarse por qué estaba maldecido de esa manera. En ese momento, Juno, la reina de los dioses, apareció ante él.
—¿Porque estás tan molesto? —le preguntó con curiosidad.
El pavo real se quejó de su voz áspera y de cuan triste se sentía por eso.
—El ruiseñor tiene una voz tan hermosa, todos los animales se detienen solo para escucharlo cantar. ¿Por qué yo no puedo hacer lo mismo?
Al escuchar al pavo real, Juno sonrió y se sentó para explicarle:
—Cada ser vivo es especial a su manera. Son y están hechos de cierta forma, con el fin de servir a un propósito mayor. Sí, el ruiseñor ha sido bendecido con una voz hermosa, pero tú también eres bendecido con un plumaje tan hermoso y brillante, del que ninguna otra ave puede presumir. El secreto para ser feliz es la aceptación y aprovechar al máximo las ventajas con las que naciste.
El pavo real entendió lo tonto que había sido, comparándose con los demás y olvidando sus propias bendiciones. Ese día se dio cuenta de que todos eran únicos de una forma u otra, y nunca más se atrevió a lamentarse por sus defectos.
Moraleja: La autoaceptación es el primer paso hacia la felicidad. Aproveche al máximo los talentos y las cualidades que posees, en lugar de estar descontento con lo que no tienes.
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