¿Conoces a Jesús? Él es uno de los personajes más bondadosos e importantes de la Biblia, que por ser Hijo de Dios hizo muchos milagros y ayudó a mucha gente a encontrar el camino del amor. Desde joven, Jesús fue muy amable con los demás y siempre que podía ayudar a alguien lo hacía sin pensarlo. Sin embargo él también se equivocaba, como todos los hombres y a veces dudaba de lo que podía hacer con la ayuda de su Padre Celestial.
Un día, Jesús y su madre María, fueron invitados a una boda en un pueblo que se llamaba Caná, en medio de la región de Galilea. Cuando llegaron, ya la gente se encontraba bailando y cantando para celebrar la felicidad de los novios. Ambos se unieron a la fiesta.
La gente estaba tan alegre que en muy poco tiempo se terminó todo el vino que habían llevado para la celebración.
Esto preocupó mucho a María, a quien de inmediato se le ocurrió que podía acudir a su hijo para que hiciera algo por los novios.
—Jesús, el vino de la boda se ha acabado ya y todavía no se ha terminado la fiesta —le dijo.
Él, sabiendo que su madre se refería a su capacidad para hacer milagros, no quiso involucrarse en un principio.
—Ese no es asunto nuestro, mamá —le dijo—, todavía no ha llegado la hora de que revele ante los demás quien soy.
Sin embargo María, que aún quería ayudar a los novios, fue de todas maneras a hablar con los sirvientes de la boda, que ya estaban inquietos por la falta de vino.
—No se preocupen. Vayan con mi hijo y hagan todo lo que él les ordene —les dijo.
Los criados fueron con Jesús y llevaron con ellos seis enormes tinajas. Cada una era muy pesada y tenía capacidad para guardar hasta cien litros de agua en su interior. Entonces Jesús les dijo a los sirvientes:
—Vayan y llenen estas tinajas con agua hasta los bordes.
Los sirvientes hicieron lo que él les pedía y apenas estuvieron llenas, Jesús volvió a hablarles:
—Ahora sumerjan una copa en una de las tinajas y llevénsela al encargado de la fiesta, para que pueda probarlo.
Así se hizo. Y cuando el encargado probó aquella copa, cuya agua había sido convertida en vino, se quedó muy sorprendido, pues era delicioso y no tenía ni idea de donde lo habían traído. Llamó entonces al novio para que lo probara y también él se llevó una agradable sorpresa.
—Siempre se sirve el mejor vino al principio de las bodas y cuando ya los invitados han bebido suficiente, se saca el vino corriente. Tú en cambio, decidiste dejar el mejor para el final.
A la mañana siguiente los invitados se marcharon a sus casas muy contentos, pues habían bebido de maravilla.
Este fue el primer milagro que hizo Jesús y con el que nos enseñó una lección muy importante: siempre podemos dar lo mejor de nosotros para ayudar a los demás.
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