Hubo una vez una niña que nunca obedecía a su madre, y a causa de ello, le pasaron muchas cosas. Hasta que una vez enfermo de gravedad y como ningún médico sabía lo que la niña tenía, ella termino por descansar en una tumba.
A la hora de sepultarla ella levantaba su brazo, por mas tierra que le echaban sobre ella, sucedía lo mismo una y otra vez. La madre se acerco a la tumba y amorosamente le beso la mano y le rogó que por favor bajara el brazo y descansara ya. Solo así, la niña aunque dormida, obedeció esta vez a la voz de su madre, aunque demasiado tarde pero lo hizo y por fin bajo el brazo la niña y durmió tranquila.
La obediencia a los padres y saber corresponder a su amor y cariño son muy importantes siempre.
¡Sé el primero en comentar!