Era verano y esa mañana era un día de intenso calor en el campo. Un agricultor tomando las precauciones del caso consigo mismo y sus animales, había provisto para ellos mucha agua para que no desfallecieran ninguno a causa de la ola de calor. Se preocupaba mucho por ellos y de manera especial de sus bueyes ya que hacían el trabajo pesado.
Pasaban las horas y aparecieron una avispas y perdices, se acercaron al agricultor a rogarle por agua pues estaban muy sedientas y desfallecían, ya no podían más y en su desesperación hasta empezaron a hacer promesas antes de obtener el tan ansiado líquido.
Ellas le decían que le reembolsarían grandemente el favor. Las perdices prometían cavar alrededor de las vides de tal manera que harían que produzcan las mejores uvas de la zona. Las avispas prometían que estarían vigilando todo el tiempo para ningún extraño o ladrón se acerca a robarle al agricultor. Pero el agricultor, que ya estaba impacientándose las interrumpió y les dijo:
-Ya basta de tanta palabrería, para que las necesito si tengo unos bueyes que nunca molestan ni hacen promesas para hacer ellos solos todo eso y mucho más. Me conviene más darles el agua a ellos y mantenerlos que a ustedes, ellos me son más útiles así que márchense.
Si tienes necesidad de pedir un favor, pídelo humilde y directamente sin promesas a cambio. Luego de recibirlo, si te lo dan, entonces como agradecimiento ofrece alguno de tus servicios por si desean aceptarlo.
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