En casa de mi amigo Pepe no faltaban los bocaditos, si llegábamos los amigos a la hora que fuese siempre teníamos salchichas, pedazos de queso, aceituna miel y pan. Era muy divertido estar juntos.
Un fin de semana nos reunimos en casa de nuestro amigo y empezamos a jugar play station, estábamos tan entretenidos que no nos dimos cuenta que un pequeño visitante iba picoteando no solo los quesos, lo hacía especialmente con las salchichas, dejándonos sin comida. Este si que era un ratón diferente, me di cuenta de su presencia cuando me acerque a la mesa y vi su desesperada huida. Al comienzo no dije nada, luego me quede observando y vi como se acercaba a comer, comía con tanto gusto que lo deje hacerlo.
Lo malo de todo esto fue, que cuando mis amigos se acercaron a la mesa y vieron que no habían mas salchichas, ellos pensaron que fui yo quien se las comió todas, nunca me creyeron así que según ellos, ahora tenían que cuidarse de mí.
En la siguiente visita, fuimos otro grupo a casa de nuestro amigo Pepe y esta vez la víctima fue otro de mis amigos, Paco estaba más concentrado en el juego que en su comida así es que el pequeño ratón no perdió el tiempo y se acabo las salchichas de mi amigo. Esta vez al contarles a mis amigos lo que paso anteriormente, ellos si vieron al ratón como disfrutaba de su comida como si fuera el más delicioso manjar, era todo un espectáculo, por eso cada vez que nos reuníamos poníamos otro plato para ese pequeño huésped que se servía solo, sin que nadie lo hubiese invitado. No había necesidad, pues el vivía allí.
De allí en adelante, los amigos cada vez que se reunían dejaban una parte de su comida en el plato del ratón.
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