Hace mucho tiempo, hubo un hombre que se apasiono por estudiar astronomía, cada día dedicaba horas al estudio de esta ciencia. Todos los que lo conocían, podían verlo siempre mirando el cielo con la boca abierta, como si estuviera hipnotizado al ver tanta belleza estelar. Sin duda, no todos tienen el privilegio de observar la belleza del cielo y el espacio cada día.
Una mañana, el astrónomo salio lejos de la ciudad a caminar, y como de costumbre siempre viendo y buscando algo en el cielo que llamara su atención. Sin darse cuenta, por su distracción no vio donde pisaba y cayó en lo profundo de un pozo. Lamentando su dolor empezó a gritar a ver si alguien lo ayudaba a salir, después de horas y tanto gritar, a lo lejos un hombre escucho que alguien se quejaba, se aproximo lentamente y al ver al hombre herido en el pozo lo escucho atentamente. Una vez enterado del motivo de su caída, comprendió y le dijo:
-¡No lo puedo creer! ¿sera posible que alguien se pase el tiempo mirando solo al cielo, sin ver la tierra por donde camina?, amigo es aquí abajo donde tu vives, no allá por donde miras. Ahora estas lastimado, mañana podría ser algo más grave ¿piensas seguir así de distraído?
-No, tienes razón. De aquí en adelante tendré más cuidado, no volverá a suceder, ya entendí amigo.
Es bueno mirar el cielo y alrededor nuestro, pero es necesario ubicarnos en el lugar donde también estamos parados.
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