Un campesino sembró maíz en uno de sus terrenos sin percatarse que las grullas se comerían el producto de su esfuerzo. Trataba de espantarlas con una de sus hondas agitándola de un lado a otro pero ellas no le hacían caso y seguían comiendo el maíz ignorándolo por completo. Un día, empezó a juntar algunas piedras y usando su honda las disparó contra ellas matando muchas grullas.
Las grullas entendieron que si continuaban en el campo morirían todas sin remedio, entre ellas renegaban del sembrador y decían: ¡Nos vamos pero pronto volveremos y allí vera! y como no querían morir, las pocas grullas que quedaban emigraron a otro lugar y así el sembrador pudo recuperar lo que quedaba y continuar sembrando semillas.
Lo que no entendemos con palabras, lo enteremos con acciones.
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