Un león acostumbraba a quejarse ante Prometeo haciéndole reclamos continuos e inútiles a mas no poder diciendo:
Prometeo estoy muy agradecido por la belleza de mi piel, la fuerza de mis miembros y los dientes grandes y fuertes que me diste, ni que decir de mis mandíbulas, pero sabes? le tengo mucho temor al gallo y no sé porqué.
-Me acusas con ligereza, ¿Acaso no te conformas con todo lo que te he dado? ¿que más quieres! el problema no es tu condición física, tienes muchas virtudes, el problema es tu espíritu que flaquea, replicó Prometeo.
El león después de oír esto, insistió en lo mismo aceptando que era un pusilánime, destrozado por su situación tomo la decisión del suicidio. Es en ese momento cuando aparece muy cerca un elefante, como eran amigos se saludaron y empezaron a conversar un poco, entonces el león observaba que el elefante sacudía sus grandes orejas, se animo a preguntar porque lo hacía y el elefante respondió:
-¿Sabes? si no tuviera estas orejas tan grandes, ese mosquito que da vueltas por mi cabeza de seguro que se metería por mis orejas y allí si que tendrías problemas y muy serios. Con ellas yo las espanto y sol así se alejan, no quiero que me agarren desprevenido.
Entonces, después de oír atentamente el león, pensó mejor y se dijo a sí mismo:
-No sería justo, después de todo seguir pensando en morir, soy mas fuerte que el elefante y poseo otras habilidades, puedo defenderme mejor. Así como el gallo es mucho más fuerte que cualquier mosquito.
A veces nos fijamos en pequeñas molestias y perdemos de vista nuestras fortalezas.
¡Sé el primero en comentar!