En casa de Angela, los animales eran considerados como miembros más de la familia y se preocupaban mucho por ellos. Tenían a Boby que era un perrito de cinco meses de nacido que crecía muy rápido, tenían gatitos, varios conejos y algunos canarios. Angela sabía que pronto sería su cumpleaños y lo que más deseaba era que la llevaran a un parque de diversiones a pasear con sus primos y su inseparable Boby. Llegó el día y fueron a celebrar al parque de diversiones, la familia y los amiguitos de Angela. Antes de subir a la montaña rusa, la mamá le dijo a Angela: «No creo que sea buena idea que subas a los juegos con Boby, es mejor que lo dejes», pero la niña no hizo caso, se hizo la que no escuchó nada y se apresuró a subir con su mascota.
Cuando la rueda empezó a girar, Boby que nunca estuvo en esos juegos se asustó con la altura y en un descuido ¡zas!, se cayó y quedó atrapado entre los fierros. Todos gritaban desesperados, pero afortunadamente, se detuvo la rueda. Un señor que estuvo muy cerca, pudo rescatarlo a tiempo, sin embargo hasta el señor se enojó por la imprudencia de llevar al animalito y sin correa que es peor. Llegando a casa, le llamaron la atención a Angela por terca y desobediente. Esa noche no pudo ver su programa favorito de dibujos, pero aprendió que nunca más llevaría a cualquier sitio a su perrito.
Las mascotas tienen que cuidarse y protegerse pues muchas veces deben ser considerados como niños. Deben estar solo en lugares donde no corran peligro.
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