Era una mañana calurosa y ya era hora de almorzar, un pajarero viendo la hora se alistaba para una comida de hierbas. Una vez sentado observo que la trampa estaba completamente vacía, al ver esto y no lograr cazar ninguna ave, se dispuso a matar una perdiz de varios colores a la que había entrenado muy bien para que le sirviera de señuelo.
La perdiz, asustada empezó a suplicar por su vida diciendo:
-Mi señor por favor, piense primero, ¿quien piaría para que usted logre alcanzar su sueño? o ¿quien haría que las aves se acerquen a la trampa y así podamos alimentarnos?.
El pajarero al oír a la perdiz, lo pensó mejor y desistió de su propósito hasta que dirigió su mirada a un gallo fino que acababa de aparecer de improvisto ante sus ojos. El gallo al darse cuenta de su destino en ese momento, también empezó a rogar por su vida diciéndole al pajarero:
-Ha pensado usted, que si decide matarme ¿quien va a despertarlo al alba cada mañana para que usted se dirija temprano a realizar sus actividades? o quien va a ayudarlo a que usted sepa, cuando es el momento que se dirija a la trampa para que pueda recoger su alimento? por favor piénselo mejor y deme una oportunidad más.
El pajarero respondió así:
Es cierto lo que usted me dice, es un ave de capital importancia a la hora de saber como transcurren las horas de cada mañana sin embargo, es preciso que usted entienda que mi amigo y yo también necesitamos alimento, así que como comprenderá lo siento mucho, pero es necesario hacer lo que corresponde.
Cuando uno siente las necesidades, no siempre entenderá razones.
¡Sé el primero en comentar!